La Lujuria y la Muerte son dos buenas muchachas,
pródigas de sus besos y ricas en salud;
Cuyos vientres si vírgenes y cubierto de harapos,
No han parido jamás bajo el designio eterno.
Al poeta siniestro, enemigo del hogar,
favorito del infierno, cortesano sin más,
tumbas y lupanares le muestran tras su vallado
un lecho que el remordimiento no frecuenta jamás.
Y el ataúd y la alcoba con grandes blasfemias
nos ofrecen alternando como buenas hermanas
terribles placeres y horribles deleites.
¿Cuándo quieres enterrarme, Lujuria tan inmunda?
¿Cuándo vendrás, oh Muerte, su rival en atractivos,
A injertar tus negros cipreses sobre sus mirtos fétidos?
Disfruten de esta flor del mal del señor del pelo verde Charles Baudelaire!
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